Las vergüenzas de un gobierno olfa

Hay varios términos populares para caratular a esos personajes que se arrastran por la vida sin la menor dignidad con tal de obtener alguna ventaja. El diccionario de lunfardo de Oscar Conde define a  olfa como apócope de olfaturista, una forma anticuada quizás de “olfateador”, por el que olfatea con ahínco ¿qué cosa? ¿Dónde y cómo sacar tajada, trepar?

Así parece interpretarse la acción que realiza alguien adulador, obsecuente, alcahuete, acomodaticio, arrastrado, genuflexo. Conde, que es profesor de latín y griego, diría que genuflexo viene a flexionar las rodillas (genu). Se entiende el porqué. Otra palabra, claudicar, tiene más o menos el mismo sentido, sin embargo aquí se podría decir que quien claudica al menos hizo algún intento por conseguir algo pero no tuvo la debida persistencia, o el coraje necesario. Es claramente una agachada, por eso del latinazgo “claudius”, renguear.

Tanto prolegómeno para puntualizar que la política internacional del gobierno de Javier Milei ensayó con particular énfasis todas y cada uno de estos sinónimos de «olfa». Desde ofrecerse como faldero sin discusión de las decisiones, caprichos o brutalidades de Estados Unidos e Israel. Con Benjamin Netanyahu podría decirse que hay continuidad, pero con la Casa Blanca, siguió como perro fiel a Joe Biden como ahora a Donald Trump. Aunque es cierto, con el empresario inmobiliario comparte algunas cuestiones ideológicas más profundas, como el extremismo político y social.

Así fue que expulsó de la cancillería a Diana Mondino solo porque el país había mantenido la línea de la democracia argentina de rechazar el bloqueo estadounidense a Cuba. Hizo a los argentinos partícipes de la vergüenza de ser los únicos que acompañaron a Israel y Estados Unidos en varias de las votaciones de la ONU y de hecho, en noviembre pasado, ni siquiera eso. Fue el único país que levantó la mano en contra de una resolución en favor de los derechos de los pueblos indígenas. Podía haberse abstenido, pero no, quería ser más papista que el papa en ese espacio ultra del que se pretende exponente.

La cosa ahora es más compleja. Era obvio que Milei iba a ser enemigo de Nicolás Maduro y el gobierno bolivariano en general. Si decía lo que decía de Lula da Silva o Gabriel Boric, que no le iba a dejar al venezolano. De modo que lo de declarar al Cartel de los Soles como organización terrorista es apenas un paso más hacia la degradación de la Argentina como país con una política exterior autónoma, o por lo menos digna.

La única razón que expone el comunicado oficial del gobierno es que se trata de un grupo criminal trasnacional encabezado por Maduro y Diosdado Cabello “según un informe del Departamento de Estado de Estados Unidos publicado en marzo del 2020”. O sea, si ellos lo dicen no se discuta más.

Dijimos que el olfa, el obsecuente, el arrastrado, etc, espera alguna ventaja. Y quizás Milei o quienes participaron de esta operatoria –la ministra de Seguridad, el de Justicia y el de Relaciones Exteriores– la hayan tenido o la tendrán en el futuro. ¿Pero Argentina? ¿Y la región latinoamericana y caribeña, que se autodefinió como Zona de Paz? Porque hay que decirlo todo: el objetivo de Estados Unidos es apropiarse de los recursos venezolanos, como no ocultan los jefes del Comando Sur y el propio Trump, por las buenas o por las malas. ¿Los argentinos avalan eso? ¿Hasta dónde llega la claudicación de la dirigencia? ¿El mismo país que auspició el No al Alca ahora aceptará sin cuestionar el Sí a todo, mi amo?

 El gobierno de Milei aceptó sin más que hay un Cartel de los Soles que encabezan Maduro y Cabello.  

Hay varios términos populares para caratular a esos personajes que se arrastran por la vida sin la menor dignidad con tal de obtener alguna ventaja. El diccionario de lunfardo de Oscar Conde define a  olfa como apócope de olfaturista, una forma anticuada quizás de “olfateador”, por el que olfatea con ahínco ¿qué cosa? ¿Dónde y cómo sacar tajada, trepar?

Así parece interpretarse la acción que realiza alguien adulador, obsecuente, alcahuete, acomodaticio, arrastrado, genuflexo. Conde, que es profesor de latín y griego, diría que genuflexo viene a flexionar las rodillas (genu). Se entiende el porqué. Otra palabra, claudicar, tiene más o menos el mismo sentido, sin embargo aquí se podría decir que quien claudica al menos hizo algún intento por conseguir algo pero no tuvo la debida persistencia, o el coraje necesario. Es claramente una agachada, por eso del latinazgo “claudius”, renguear.

Tanto prolegómeno para puntualizar que la política internacional del gobierno de Javier Milei ensayó con particular énfasis todas y cada uno de estos sinónimos de «olfa». Desde ofrecerse como faldero sin discusión de las decisiones, caprichos o brutalidades de Estados Unidos e Israel. Con Benjamin Netanyahu podría decirse que hay continuidad, pero con la Casa Blanca, siguió como perro fiel a Joe Biden como ahora a Donald Trump. Aunque es cierto, con el empresario inmobiliario comparte algunas cuestiones ideológicas más profundas, como el extremismo político y social.

Así fue que expulsó de la cancillería a Diana Mondino solo porque el país había mantenido la línea de la democracia argentina de rechazar el bloqueo estadounidense a Cuba. Hizo a los argentinos partícipes de la vergüenza de ser los únicos que acompañaron a Israel y Estados Unidos en varias de las votaciones de la ONU y de hecho, en noviembre pasado, ni siquiera eso. Fue el único país que levantó la mano en contra de una resolución en favor de los derechos de los pueblos indígenas. Podía haberse abstenido, pero no, quería ser más papista que el papa en ese espacio ultra del que se pretende exponente.

La cosa ahora es más compleja. Era obvio que Milei iba a ser enemigo de Nicolás Maduro y el gobierno bolivariano en general. Si decía lo que decía de Lula da Silva o Gabriel Boric, que no le iba a dejar al venezolano. De modo que lo de declarar al Cartel de los Soles como organización terrorista es apenas un paso más hacia la degradación de la Argentina como país con una política exterior autónoma, o por lo menos digna.

La única razón que expone el comunicado oficial del gobierno es que se trata de un grupo criminal trasnacional encabezado por Maduro y Diosdado Cabello “según un informe del Departamento de Estado de Estados Unidos publicado en marzo del 2020”. O sea, si ellos lo dicen no se discuta más.

Dijimos que el olfa, el obsecuente, el arrastrado, etc, espera alguna ventaja. Y quizás Milei o quienes participaron de esta operatoria –la ministra de Seguridad, el de Justicia y el de Relaciones Exteriores– la hayan tenido o la tendrán en el futuro. ¿Pero Argentina? ¿Y la región latinoamericana y caribeña, que se autodefinió como Zona de Paz? Porque hay que decirlo todo: el objetivo de Estados Unidos es apropiarse de los recursos venezolanos, como no ocultan los jefes del Comando Sur y el propio Trump, por las buenas o por las malas. ¿Los argentinos avalan eso? ¿Hasta dónde llega la claudicación de la dirigencia? ¿El mismo país que auspició el No al Alca ahora aceptará sin cuestionar el Sí a todo, mi amo?

 Mundo – Tiempo Argentino

Te puede interesar