Ana Arias es trabajadora social, docente, doctora en Ciencias Sociales. Es decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y ahora candidata a senadora por la Ciudad de Buenos Aires. “Hay un ataque del gobierno a todo lo social”, diagnostica. Asegura que el peronismo tiene “la potencia como fuerza política, pero también como experiencia histórica, para leer las realidades populares y plantear la respuesta a esta época”.
–¿Su candidatura a la senaduría nacional es una expresión de la lucha del movimiento universitario?
–Me parece que sí, por el lugar que tomó la defensa de la universidad como símbolo de defensa de lo público, junto con otras luchas como la del Garrahan, como la de la educación en general, como la de discapacidad. Dentro del todo el sistema de ciencia y educación el gobierno ataca en especial a las ciencias sociales. Diría que hay un ataque del gobierno a todo lo social. Cuando cuestiona un estacionamiento para las personas discapacitadas o plantea que es un problema de orden familiar lo que hace es poner en duda lo social. Y las ciencias sociales vienen a recordar que lo social existe y que tenemos responsabilidades en la vida en común, que los problemas no son únicamente provocados por las individualidades. Que hay vínculos, procesos y estructuras sociales. Y eso es algo muy disruptivo con este modelo que pretende pensar a los padecimientos o los problemas sólo como problemas individuales.
–¿Cuál es el vínculo entre las luchas en las calles que hubo durante este año y medio y las elecciones?
–A mí me parece que los procesos de campañas electorales son importantes en función de que se discutan también cuáles los temas de agenda. Y ojalá en esta campaña logremos instalar la preocupación por los problemas más sensibles que tiene la población. El enojo de la población, de las poblaciones, con la política, tiene que ver con sentir que la discusión política no tiene que ver con su cotidiano. La discusión de la política es cómo organizamos la vida en común y cómo se jerarquizan determinadas poblaciones que se encuentran atravesando situaciones más críticas, cómo se priorizan los objetivos. Y en este sentido el debate electoral, no digo per se, puede ser una instancia interesante para llevar proyectos, para pensar problemas y discutir qué es lo que tenemos que poner en común.
–Ante el abstencionismo electoral, ¿qué pueden hacer los y las candidatas?
–No es por el lado normativo. No es planteando el deber de ir a votar porque es una obligación. Se trata de cómo tenemos que generar cambios en la educación, mejoras en la salud. Esto ya pasó en otras etapas también, en las que la política aparecía como lejana y el desafío que estamos proponiendo es que la política tiene que ser una efectiva herramienta. Los temas que yo más trabajo son las problemáticas vinculadas a salud mental, discapacidad, personas en situación de calle. Son cuestiones que no se resuelven obviando la política ni obviando el Estado. (Federico) Sturzenegger dijo algo así como que si no estuviera el Estado nos habríamos cuidado más con los medicamentos que usamos. Lo dijo haciendo mención a las muertes por fentanilo. ¿De verdad pensamos que alguien cuando cae en un hospital con un problema grave va a poder revisar la calidad de todos los medicamentos? Es imposible. Para eso están las instituciones, para eso está el Estado. Es verdad que podés decir que el Estado en muchos momentos descuidó, pero eso se resuelve modificando la forma del Estado y no eliminando la regulación que nos deja en un estado de indefensa muy grande.
–¿Por qué cree que no hay una convulsión social como la de 2001 y hay una especie de resignación?
–Las problemáticas de salud mental, las vinculadas a estar en situación de calle, a las violencias cotidianas que hay entre personas, entre instituciones, hablan de formas de procesar los conflictos de nuevos padecimientos. Suelen explotar para adentro más que encontrar el origen en los vínculos sociales. Hablé con un referente de un centro que trabaja con personas con discapacidad y me contó que, si antes había alguien en la familia que cuidaba a esta persona con discapacidad, ahora ya no puede porque tiene que salir a trabajar con la carga y el deterioro de salud mental que esto supone. Hoy las personas están teniendo que extender sus jornadas laborales para poder sostener lo básico. Lo que hay que hacer es no quitarle toda forma de protección, que es terriblemente dañino. Ahí la política tiene una responsabilidad de proponer formas de intervención sobre estas situaciones. El desafío de esta elección intermedia es pensar cuál va a ser la agenda del futuro, porque vamos a tener una sociedad muy, muy dañada.
–¿Por qué cree que el peronismo puede con este desafío?
–Porque el peronismo tiene el acumulado más importante para poder, desde su experiencia, leer los procesos que son necesarios de activar. Soy peronista y creo en la potencia del peronismo como fuerza política, pero también como experiencia histórica, como forma de leer las realidades populares para desde ahí plantear la respuesta a esta época. El peronismo siempre supo adecuarse a las épocas. Pensamos nuestras formas organizativas, de intervención, nuestras apuestas, que no son sólo desde el Estado sino también desde la articulación de sectores. Si una queda tan pegada a esta crueldad sin poder conectarse con las propias potencias, queda muy impotente. El desafío es ver cómo logramos vincular aquellas presiones de distintos sectores en clave de propuesta para rearmar el país que va a dejar tan deteriorado este proceso. «
La candidata a senadora nacional por CABA dice que el gobierno de Milei «ataca todo lo social». Sostiene que es central presentar propuestas que impacten en la vida cotidiana.
Ana Arias es trabajadora social, docente, doctora en Ciencias Sociales. Es decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y ahora candidata a senadora por la Ciudad de Buenos Aires. “Hay un ataque del gobierno a todo lo social”, diagnostica. Asegura que el peronismo tiene “la potencia como fuerza política, pero también como experiencia histórica, para leer las realidades populares y plantear la respuesta a esta época”.
–¿Su candidatura a la senaduría nacional es una expresión de la lucha del movimiento universitario?
–Me parece que sí, por el lugar que tomó la defensa de la universidad como símbolo de defensa de lo público, junto con otras luchas como la del Garrahan, como la de la educación en general, como la de discapacidad. Dentro del todo el sistema de ciencia y educación el gobierno ataca en especial a las ciencias sociales. Diría que hay un ataque del gobierno a todo lo social. Cuando cuestiona un estacionamiento para las personas discapacitadas o plantea que es un problema de orden familiar lo que hace es poner en duda lo social. Y las ciencias sociales vienen a recordar que lo social existe y que tenemos responsabilidades en la vida en común, que los problemas no son únicamente provocados por las individualidades. Que hay vínculos, procesos y estructuras sociales. Y eso es algo muy disruptivo con este modelo que pretende pensar a los padecimientos o los problemas sólo como problemas individuales.
–¿Cuál es el vínculo entre las luchas en las calles que hubo durante este año y medio y las elecciones?
–A mí me parece que los procesos de campañas electorales son importantes en función de que se discutan también cuáles los temas de agenda. Y ojalá en esta campaña logremos instalar la preocupación por los problemas más sensibles que tiene la población. El enojo de la población, de las poblaciones, con la política, tiene que ver con sentir que la discusión política no tiene que ver con su cotidiano. La discusión de la política es cómo organizamos la vida en común y cómo se jerarquizan determinadas poblaciones que se encuentran atravesando situaciones más críticas, cómo se priorizan los objetivos. Y en este sentido el debate electoral, no digo per se, puede ser una instancia interesante para llevar proyectos, para pensar problemas y discutir qué es lo que tenemos que poner en común.
–Ante el abstencionismo electoral, ¿qué pueden hacer los y las candidatas?
–No es por el lado normativo. No es planteando el deber de ir a votar porque es una obligación. Se trata de cómo tenemos que generar cambios en la educación, mejoras en la salud. Esto ya pasó en otras etapas también, en las que la política aparecía como lejana y el desafío que estamos proponiendo es que la política tiene que ser una efectiva herramienta. Los temas que yo más trabajo son las problemáticas vinculadas a salud mental, discapacidad, personas en situación de calle. Son cuestiones que no se resuelven obviando la política ni obviando el Estado. (Federico) Sturzenegger dijo algo así como que si no estuviera el Estado nos habríamos cuidado más con los medicamentos que usamos. Lo dijo haciendo mención a las muertes por fentanilo. ¿De verdad pensamos que alguien cuando cae en un hospital con un problema grave va a poder revisar la calidad de todos los medicamentos? Es imposible. Para eso están las instituciones, para eso está el Estado. Es verdad que podés decir que el Estado en muchos momentos descuidó, pero eso se resuelve modificando la forma del Estado y no eliminando la regulación que nos deja en un estado de indefensa muy grande.
–¿Por qué cree que no hay una convulsión social como la de 2001 y hay una especie de resignación?
–Las problemáticas de salud mental, las vinculadas a estar en situación de calle, a las violencias cotidianas que hay entre personas, entre instituciones, hablan de formas de procesar los conflictos de nuevos padecimientos. Suelen explotar para adentro más que encontrar el origen en los vínculos sociales. Hablé con un referente de un centro que trabaja con personas con discapacidad y me contó que, si antes había alguien en la familia que cuidaba a esta persona con discapacidad, ahora ya no puede porque tiene que salir a trabajar con la carga y el deterioro de salud mental que esto supone. Hoy las personas están teniendo que extender sus jornadas laborales para poder sostener lo básico. Lo que hay que hacer es no quitarle toda forma de protección, que es terriblemente dañino. Ahí la política tiene una responsabilidad de proponer formas de intervención sobre estas situaciones. El desafío de esta elección intermedia es pensar cuál va a ser la agenda del futuro, porque vamos a tener una sociedad muy, muy dañada.
–¿Por qué cree que el peronismo puede con este desafío?
–Porque el peronismo tiene el acumulado más importante para poder, desde su experiencia, leer los procesos que son necesarios de activar. Soy peronista y creo en la potencia del peronismo como fuerza política, pero también como experiencia histórica, como forma de leer las realidades populares para desde ahí plantear la respuesta a esta época. El peronismo siempre supo adecuarse a las épocas. Pensamos nuestras formas organizativas, de intervención, nuestras apuestas, que no son sólo desde el Estado sino también desde la articulación de sectores. Si una queda tan pegada a esta crueldad sin poder conectarse con las propias potencias, queda muy impotente. El desafío es ver cómo logramos vincular aquellas presiones de distintos sectores en clave de propuesta para rearmar el país que va a dejar tan deteriorado este proceso. «
Política – Tiempo Argentino