Liberamos a Perón, liberemos a Cristina

17 de octubre de 1948. Después de haberse sancionado la ley de voto femenino, por primera vez Evita hablaba desde los balcones de la Casa Rosada en un acto, frente a la multitud que se concentraba en la Plaza de Mayo.

Dijo: “Este día glorioso para los patriotas, en que vosotros recuperasteis al entonces glorioso coronel Perón y con su libertad abristeis una nueva etapa en la vida de los argentinos, es un día de lucha además de ser un día de rememoración. Un día de lucha contra las mismas fuerzas que creían habernos derrotado y a las que derrotamos con vuestro maravilloso despertar de argentinos y de trabajadores”. 

El 17 de octubre de 1945 es una de las fechas más importantes de toda la historia de nuestro país. El hecho fundacional, el acta de nacimiento del movimiento político más trascendente de nuestra patria. Y en ese mismo parto, ejerció una de las que serían sus principales virtudes: transformar aquello que fue diseñado para destruirlo para fortalecerse; hacer de las tripas corazón. A Perón lo metieron preso para romper el vínculo político que estaba construyendo con el pueblo, y la respuesta fue el Día de la Lealtad. Lo que fue diseñado para la derrota y la humillación se convirtió en hazaña constitutiva. Y se repite: de la embestida de EE.UU., construimos nuestro Braden o Perón. Del insulto (ayer cabecita negra, hoy kuka) un orgullo. De la proscripción, nuestra resistencia. 

60 años después, pudimos vivir eso que tantas veces escuchamos contar a nuestros abuelos. El peronismo gobernando dejó de ser historia del pasado: era la señora que limpiaba casas y por fin se jubilaba, eran los pibes con su compu en la mochila, era el primer autito familiar, los nenes corriendo por Tecnópolis, los abuelos volviendo a sonreír con una dentadura nueva, las mamás recibiendo la cuna, la ropa y los controles del Plan Qunita. Era también ver un satélite argentino salir al espacio y emocionarse hasta las lágrimas en los festejos del Bicentenario. Todo eso que parecía lejano, imposible, volvió a pasar.

Liberamos a Perón, liberemos a Cristina
Foto: TOMAS CUESTA

Los paralelismos son más necesarios que inevitables y hoy también sabemos que estamos viviendo lo que leímos en libros. El 10 de junio de 2025, tres mafiosos infames que se hacen llamar jueces dictaron una sentencia para encarcelar y proscribir a Cristina. Una sentencia escrita por otros poderes: económicos, financieros, mediáticos. El propio Milei reconoció recientemente en una entrevista que él dio la orden de meter presa a Cristina, quizá queriendo disputarse el mérito con los padrinos mafiosos Héctor Magnetto y Mauricio Macri. Una sentencia escrita Incluso por otros países: el embajador designado por Estados Unidos en la Argentina, Peter Lamelas, declaró frente al Senado yankee que una de sus principales tareas iba a ser asegurarse que Cristina Fernández de Kirchner “reciba la justicia que se merece”. 

Y luego de condenarla quisieron encarcelarla, humillarla, separarla del pueblo. Pero no pudieron. La enorme movilización que inició ese 10 y culminó ocho días después en Plaza de Mayo cambió los planes de la mafia que fantaseaba con la foto en Comodoro Py. Como en 1945, tuvieron que recular. Un millón de personas desbordaron una plaza para escuchar-y dialogar- con la voz que llegaba desde San José 1111. De las cintas de Perón a los audios de Cristina, convertimos su embestida en nuestra gesta de lealtad. A Feinmann lo desequilibra en vivo verla a Cristina sonreír en el balón porque su fantasía se concretaba con la imagen de la humillación que el pueblo le arrebató. Porque la quisieron alejar del Congreso, pero la gente se moviliza a su casa para festejar el rechazo del veto al presupuesto universitario y al Garrahan. Porque los pibes le llevan su título universitario cuando se reciben, los secundarios sus remeras de sus centros de estudiantes, los villeros le piden un rosario para llevarle a Mugica.

El 17 de octubre a la mañana Juan Domingo Perón estaba preso en la Isla Martín García. No fue otra cosa que la movilización y la lucha popular la que lo sacó de esa isla y lo puso en el balcón de la Casa Rosada a hablar ante una multitud que esperó larguísimas horas exigiendo su presencia. «¡Queremos a Perón!», cantaban. Y a Perón tuvieron. Se cumplen 80 años de la fecha en que el pueblo argentino liberó a Perón. Hoy es la Argentina la que está proscripta y condenada mientras Cristina no pueda caminar por las calles, mientras el pueblo argentino no pueda elegir su nombre en elecciones libres.

Liberamos a Perón, liberemos a Cristina

En estos días vemos como el mismo Milei que se jacta de “haberla metido presa” se arrodilla ante Donald Trump, para que a cambio de rifar nuestra soberanía le preste los dólares que su fracasado plan económico ansía para no volar por los aires. Todo tiene que ver con todo. A Cristina la demonizaron desde los medios, la persiguieron con jueces y fiscales indignos, la quisieron matar y como no pudieron la metieron presa, porque no son capaces de proscribir el amor que el pueblo siente por ella y porque, hagan lo que hagan, su modelo de saqueo y entreguismo no cierra ni con la gente afuera, y solo engrandece los maravillosos gobiernos de Néstor y Cristina.

Por eso este 17 caminamos desde distintos puntos del país hasta San José 1111, con nuestra lealtad de corazón para, como aquellos compañeros y compañeras que gritando «¡Queremos a Perón!» consiguieron su libertad, nosotros y nosotras cantar con todas las fuerzas: «¡Cristina libre!». Porque como nos dice Evita, el 17 es un día de lucha. Porque queremos a Cristina, porque la Patria la necesita. Y no vamos a descansar hasta que ambas sendas vuelvan a reunirse.

Liberamos a Perón, liberemos a Cristina

 Se cumplen 80 años de la fecha en que el pueblo argentino liberó a Perón. Hoy es la Argentina la que está proscripta y condenada mientras Cristina no pueda caminar por las calles, mientras el pueblo argentino no pueda elegir su nombre en elecciones libres.  

17 de octubre de 1948. Después de haberse sancionado la ley de voto femenino, por primera vez Evita hablaba desde los balcones de la Casa Rosada en un acto, frente a la multitud que se concentraba en la Plaza de Mayo.

Dijo: “Este día glorioso para los patriotas, en que vosotros recuperasteis al entonces glorioso coronel Perón y con su libertad abristeis una nueva etapa en la vida de los argentinos, es un día de lucha además de ser un día de rememoración. Un día de lucha contra las mismas fuerzas que creían habernos derrotado y a las que derrotamos con vuestro maravilloso despertar de argentinos y de trabajadores”. 

El 17 de octubre de 1945 es una de las fechas más importantes de toda la historia de nuestro país. El hecho fundacional, el acta de nacimiento del movimiento político más trascendente de nuestra patria. Y en ese mismo parto, ejerció una de las que serían sus principales virtudes: transformar aquello que fue diseñado para destruirlo para fortalecerse; hacer de las tripas corazón. A Perón lo metieron preso para romper el vínculo político que estaba construyendo con el pueblo, y la respuesta fue el Día de la Lealtad. Lo que fue diseñado para la derrota y la humillación se convirtió en hazaña constitutiva. Y se repite: de la embestida de EE.UU., construimos nuestro Braden o Perón. Del insulto (ayer cabecita negra, hoy kuka) un orgullo. De la proscripción, nuestra resistencia. 

60 años después, pudimos vivir eso que tantas veces escuchamos contar a nuestros abuelos. El peronismo gobernando dejó de ser historia del pasado: era la señora que limpiaba casas y por fin se jubilaba, eran los pibes con su compu en la mochila, era el primer autito familiar, los nenes corriendo por Tecnópolis, los abuelos volviendo a sonreír con una dentadura nueva, las mamás recibiendo la cuna, la ropa y los controles del Plan Qunita. Era también ver un satélite argentino salir al espacio y emocionarse hasta las lágrimas en los festejos del Bicentenario. Todo eso que parecía lejano, imposible, volvió a pasar.

Liberamos a Perón, liberemos a Cristina

Foto: TOMAS CUESTA

Los paralelismos son más necesarios que inevitables y hoy también sabemos que estamos viviendo lo que leímos en libros. El 10 de junio de 2025, tres mafiosos infames que se hacen llamar jueces dictaron una sentencia para encarcelar y proscribir a Cristina. Una sentencia escrita por otros poderes: económicos, financieros, mediáticos. El propio Milei reconoció recientemente en una entrevista que él dio la orden de meter presa a Cristina, quizá queriendo disputarse el mérito con los padrinos mafiosos Héctor Magnetto y Mauricio Macri. Una sentencia escrita Incluso por otros países: el embajador designado por Estados Unidos en la Argentina, Peter Lamelas, declaró frente al Senado yankee que una de sus principales tareas iba a ser asegurarse que Cristina Fernández de Kirchner “reciba la justicia que se merece”. 

Y luego de condenarla quisieron encarcelarla, humillarla, separarla del pueblo. Pero no pudieron. La enorme movilización que inició ese 10 y culminó ocho días después en Plaza de Mayo cambió los planes de la mafia que fantaseaba con la foto en Comodoro Py. Como en 1945, tuvieron que recular. Un millón de personas desbordaron una plaza para escuchar-y dialogar- con la voz que llegaba desde San José 1111. De las cintas de Perón a los audios de Cristina, convertimos su embestida en nuestra gesta de lealtad. A Feinmann lo desequilibra en vivo verla a Cristina sonreír en el balón porque su fantasía se concretaba con la imagen de la humillación que el pueblo le arrebató. Porque la quisieron alejar del Congreso, pero la gente se moviliza a su casa para festejar el rechazo del veto al presupuesto universitario y al Garrahan. Porque los pibes le llevan su título universitario cuando se reciben, los secundarios sus remeras de sus centros de estudiantes, los villeros le piden un rosario para llevarle a Mugica.

El 17 de octubre a la mañana Juan Domingo Perón estaba preso en la Isla Martín García. No fue otra cosa que la movilización y la lucha popular la que lo sacó de esa isla y lo puso en el balcón de la Casa Rosada a hablar ante una multitud que esperó larguísimas horas exigiendo su presencia. «¡Queremos a Perón!», cantaban. Y a Perón tuvieron. Se cumplen 80 años de la fecha en que el pueblo argentino liberó a Perón. Hoy es la Argentina la que está proscripta y condenada mientras Cristina no pueda caminar por las calles, mientras el pueblo argentino no pueda elegir su nombre en elecciones libres.

Liberamos a Perón, liberemos a Cristina

En estos días vemos como el mismo Milei que se jacta de “haberla metido presa” se arrodilla ante Donald Trump, para que a cambio de rifar nuestra soberanía le preste los dólares que su fracasado plan económico ansía para no volar por los aires. Todo tiene que ver con todo. A Cristina la demonizaron desde los medios, la persiguieron con jueces y fiscales indignos, la quisieron matar y como no pudieron la metieron presa, porque no son capaces de proscribir el amor que el pueblo siente por ella y porque, hagan lo que hagan, su modelo de saqueo y entreguismo no cierra ni con la gente afuera, y solo engrandece los maravillosos gobiernos de Néstor y Cristina.

Por eso este 17 caminamos desde distintos puntos del país hasta San José 1111, con nuestra lealtad de corazón para, como aquellos compañeros y compañeras que gritando «¡Queremos a Perón!» consiguieron su libertad, nosotros y nosotras cantar con todas las fuerzas: «¡Cristina libre!». Porque como nos dice Evita, el 17 es un día de lucha. Porque queremos a Cristina, porque la Patria la necesita. Y no vamos a descansar hasta que ambas sendas vuelvan a reunirse.

Liberamos a Perón, liberemos a Cristina

 Política – Tiempo Argentino

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